martes, 4 de septiembre de 2012

Serie ADELANTE: El ejercicio


La mayoría de la gente se “oxida” en vez de desgastarse, debido a que no tiene por costumbre ejercitar todos sus músculos. Hoy día se requiere de muy poco ejercicio, hay taxis, busetas y vehículos para que usted no se ejercite demasiado, por lo tanto, encontramos mucha inactividad; la sociedad se ha desarrollado de tal manera, que la mayoría de las personas están envueltas en ocupaciones que no requieren de mucho esfuerzo físico.

Ahora se asocia el ejercicio con deportes, gimnasia o yoga, pero además de estas prácticas existen otras que son benéficas y no cuestan más que esfuerzo físico. El ejercicio sano y activo es necesario, a la vez que importante para la digestión, para gozar de una condición saludable y vigorizante del cuerpo y la mente.

No se debe hacer ejercicio violento inmediatamente después de una comida completa; esto sería una violación de las leyes del organismo. Pero una corta caminata después de una comida, con la cabeza erguida y los hombros hacia atrás, realizando así un ejercicio moderado, resulta de gran beneficio. El ejercicio ayuda a los porque da a los órganos digestivos un tono saludable. Si su trabajo es sedentario, principalmente mental, haga ejercicio todos los días y verá cómo se beneficia, y en cada comida consuma sólo tres o cuatro clases de alimentos sencillos. La razón por la cual muchos se quejan de enfermedad, es que dejan de hacer suficiente ejercicio, y se complacen en comer en exceso.

Los que se acostumbran a hacer ejercicio apropiado, al aire libre y en la mañana, generalmente tienen una buena y vigorosa circulación. Los pulmones tendrían una actividad bien necesaria, puesto que es imposible salir al tonificante aire de una mañana sin llenar bien los pulmones concentrándose en las bellezas de la naturaleza. Los hombres y las mujeres, jóvenes y mayores, cualquiera que sea su ocupación ó inclinación, deberían decidirse a hacer ejercicio al aire libre, tanto, como les sea posible.

El trabajo del campo, el huerto y el jardín, traerá salud y fuerza a los nervios y a los músculos. De ésta forma, la languidez y la debilidad desaparecerán, la salud tomará el lugar de la enfermedad, y la fortaleza el lugar de la debilidad.

Ya lo dice el dicho: “El que no encuentra tiempo para hacer ejercicio, encuentra tiempo para estar enfermo”. Algunas razones que hacen certero éste dicho:

ü  El ejercicio reduce el riesgo de las enfermedades del corazón porque mejora la fuerza y la eficiencia del corazón y baja la presión arterial. 
ü Mejora la fuerza de los músculos y de los huesos así como de los ligamentos, tendones y cartílagos.
ü Fortalece el sistema inmunológico. El ejercicio aumenta el número de las células blancas llamadas linfocitos, que son las que “batallan” contra la enfermedad.
ü Retrasa el envejecimiento, previene las venas varicosas, contrarresta la artritis e incluso combate la osteoporosis. 



Se recomienda hacer ejercicios 2 ó 3 veces por semana, pero diariamente no es demasiado. Si los enfermos desean recuperar la salud, no debieran descontinuar el ejercicio físico; porque así aumentarán la debilidad muscular y el decaimiento general. Véndese un brazo y deje de usarlo por unas pocas semanas, después quítele las vendas y descubrirá que es más débil que el brazo que ha estado usando moderadamente durante el mismo tiempo. La inactividad produce el mismo efecto en todo el sistema muscular, no permite que la sangre despida las impurezas como sucedería si el ejercicio indujera una circulación activa. Los músculos y las venas pueden realizar mejor su trabajo, habrá un aumento de la vitalidad, tan necesaria para la salud.


El ejercicio en el gimnasio, por bien dirigido que sea, no puede sustituir a la recreación al aire libre, donde pueda tener comunión con Dios a través de la naturaleza. Elija una hora del día que sea mejor para usted y cumpla con su compromiso como una cita de negocios. Camine lentamente unos 5 a 10 minutos para entrar en calor. Ejercite su cuerpo (brazos, piernas, cabeza y tronco), el estiramiento es importante para evitar los dolores y desgarres, luego camine unos 20 a 30 minutos con un paso enérgico, lo suficiente para aumentar el ritmo de su respiración, siga caminando lentamente por 4 ó 5 minutos. Pero recuerde que no está compitiendo, así que no se esfuerce más allá de sus posibilidades, el ideal es ejercitarse. ¡Y goce de buena salud!

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