El aire, esta preciosa bendición del cielo que todos podemos
disfrutar, nos beneficiará con su influencia bienhechora si tan sólo se lo
permitimos. Debemos darle la bienvenida al aire, cultivar un cariño por él, y
nos daremos cuenta que es un bálsamo precioso para los nervios. El aire debe
estar en constante circulación para mantenerse puro. La influencia del aire puro
y fresco permite que la sangre circule saludablemente a través del sistema.
Para tener buena sangre, debemos respirar bien. Las inspiraciones
hondas y completas de aire puro, que llenan los pulmones de oxígeno, purifican
la sangre, le dan brillante coloración, y la impulsan, como corriente de vida,
por todas partes del cuerpo; debemos tener buena sangre, pues la sangre es la
corriente de la vida. Repara los desgastes y nutre el cuerpo. Los pulmones
eliminan continuamente impurezas, y necesitan una provisión constante de aire
puro. El aire impuro no proporciona la cantidad necesaria de oxígeno, y
entonces la sangre pasa por el cerebro y demás órganos sin haber sido
vivificada.
Muchos son víctimas de la idea errónea de que si se han
resfriado deben excluir el aire exterior y aumentar la temperatura de su
habitación hasta que sea excesivamente alta. El organismo puede estar
descompuesto, los poros pueden estar cerrados por el material de desecho, y los
órganos internos inflamados, porque la sangre se ha retirado de la superficie y
se ha ido hacia ellos. En estos casos, más que en otros, no se debiera privar a
los pulmones de aire puro y fresco. Si hay un momento en que el aire puro es
necesario, es cuando alguna parte del organismo, como los pulmones o el
estómago, se enferma. Nunca se debería privar a los enfermos de una amplia
cantidad de aire fresco cuando el clima es agradable. De ahí que resulte
indispensable una ventilación completa.
Vivir en lugares cerrados y mal ventilados, donde el aire
está viciado, debilita el organismo entero, que se vuelve muy sensible al frío
y enferma a la menor exposición al aire. El ser humano puede vivir una semana
sin alimentos, unos pocos días sin tomar agua, pero tan sólo unos pocos minutos
sin aire. La buena respiración calma los nervios, estimula el apetito, hace más
perfecta la digestión, y produce sueño sano y reparador.
Además el aire refresca el cuerpo y promueve la buena salud.
Su influencia abarca la mente y le imparte cierto grado de compostura y
serenidad. El aire puro despierta el apetito, permite una digestión más
completa de los alimentos, e induce un sueño más sereno y profundo.
Hoy, más y más personas están preocupadas por la calidad del
aire que respiran y con razón.
Se ha demostrado que hasta las personas que no fuman y que
viven en zonas de alta contaminación ambiental, sufren los mismos síntomas que
los fumadores. La contaminación ambiental disminuye la cantidad de oxigeno que
debería llegar a la sangre.
Si las personas viven en una ciudad con niebla toxica y la
respiran en forma prolongada, generalmente están más propensas a contraer
algunas enfermedades que eventualmente podría causarles la muerte. Por lo tanto,
se aconseja vivir en un ambiente dónde haya bastantes árboles y vegetación, en
caso contrario, es necesario hacer salidas al campo (en familia es mucho más
agradable), dónde se pueda tomar el aire puro correctamente: concéntrese más en
la exhalación que en la inhalación. Mientras más exhale, más inhale.
Leer en voz alta, cantar y subir escaleras ó montañas aumenta
la eficiencia de los pulmones.
Practique la buena postura. Párese y siéntese derecho y
erguido. Mantenga los hombros hacia atrás y hacia abajo. Cuesta acostumbrarse,
pero por su salud ¡Siga ADELANTE!
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